El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.El sábado 3 de diciembre de 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, con los ojos puestos en China. Las fiebres y el desgaste de un sacrificio llevado al extremo apagan una vida gastada por la extensión del Reino de Dios.
Cayó el velo de la noche sobre el horizonte,
tierras de leyendas que la tormenta para siempre cubrió.
Las olas apagan en eco el último aliento.
Sintió las voces de otro mar que al fin apagará su sed.
Y DIME TÚ, JAVIER,
DE QUÉ LE PUEDE AL HOMBRE APROVECHAR
GANAR EL MUNDO ENTERO
SI CON ELLO SU ALMA PERDERÁ.
POR TI SERÉ LA LLAMA
QUE INFLAME ESTAS ALMAS DE TU AMOR.
EN LUCHA, SIN MIEDO,
LLEGARÉ HASTA EL FINAL CON MI MISIÓN.
Atrás quedó una vida desgastada gota a gota,
el ansia eterna de poder llevar a Cristo más allá.
No importa dónde, cuándo ni cómo llegar allí;
no hay excusas que valgan:
es por Dios que ha decidido seguir.